LEAN CON PRUDENCIA, VUESAS MERCEDES
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«Lo que yo tengo es mercurio de verdad.» Barbero.
Contexto[]
En el siglo XVI los barberos se internaron cada vez más en el terreno de la cirugía con pequeñas intervenciones, como el tratamiento de úlceras, el corte y saneamiento de forúnculos o las sangrías. Una práctica muy habitual en aquella época era quitar sangre al paciente para devolverle el equilibrio y curar su enfermedad.
Con el paso del tiempo y la especialización de la medicina, los cirujanos ganaron la consideración que su experiencia y conocimiento merecían, quedando las prácticas de los barberos en el plano de la ignorancia. La Peste muestra bien este conflicto con la presencia de ambas figuras, por un lado el barbero y por otro el médico Monardes.
Desarrollo del personaje[]
Muy preocupado por la sífilis de Escalante, Baeza la lleva a la rudimentaria consulta del Barbero para comprar mercurio, el mejor de toda la ciudad. El Barbero aplica la solución de mercurio a la prostituta para curar sus úlceras. Mientras lo hace, Baeza repara en el almacén que se ve desde la ventana de la consulta.
En su consulta el Barbero recibe a Conrado que viene en busca de Flamenco. Las botellas de láudano junto al jergón delatan que ha estado allí.
El Barbero da refugio a Flamenco mientras consigue su láudano, un pedido más cuantioso al que le tiene acostumbrado. Gracias a la información que le ha dado Conrado, Mateo acude a la consulta en busca de Flamenco pero el Barbero asegura que ya no está allí. Mateo ve un dibujo que le da una pista sobre su posible paradero.