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SPOILER V

LEAN CON PRUDENCIA, VUESAS MERCEDES


Este artículo o sección ha sido procesado por La Hermandad y ha sido condenado por contener spoilers del Episodio 5. Sigan leyendo bajo su responsabilidad.
Si consideran que alguna información está mal situada, le invitamos a cambiarla.

“La población menesterosa no tenía más remedio que consumir alimentos malsanos y nocivos para la salud. La peste o el hambre acabarían con ellos.”

El hombre con la cara manchada asalta al Asistente del Cabildo.

Monardes trata de tranquilizar a Valerio, preocupado por Leandra. El médico le dice que no se va a morir y que la peste desaparece con el frío.

Mateo pregunta a Teresa por Alejandro de Dresdner, pues encontró un retrato del alemán pintado por ella. La mujer le dice que se lo pidió Germán porque era su amigo, pero que no sabe nada más. Mateo le cuenta sus sospechas de que Germán no se suicidó, por lo que deciden ir a la fosa común donde está enterrado y comprobarlo.

Zúñiga se reúne en la Sala de los Veinticuatro, ocupando el puesto de Morata. Advierte de que las revueltas populares que han comenzado por el hambre, pronto pondrán su foco en las propiedades. Los ciudadanos se han dado cuenta de que pueden cambiar el orden de las cosas y hay que hacer algo antes de que sea inevitable. Ofrece arreglarlo si abren el puerto durante dos días. Los navíos deben dar la vuelta y no atracar en Cádiz.

Teresa, Valerio y Mateo buscan el cuerpo de Germán en la fosa común. En el cadáver ven un agujero de lanza, por lo que descubren que no fue un suicidio. Teresa le pide a Mateo que encuentre al que lo hizo.

Encierran a Sixto en prisión. Zúñiga paga al hombre de la cara manchada y se sienta con el Capitán para comunicarle que ha conseguido reabrir el puerto.

Mateo, desesperado por no poder dormir, decide irse a una taberna. Valerio lo escucha y le acompaña. Le habla de su padre, de que Mateo era traductor y Germán le dio dinero para abrir su primera imprenta. Luego, le encargó publicar los libros de los protestantes.

Esa mañana hablan con el Administrador, buscan a un amigo de Azuaga, Dresdner, Lucina y Germán. El Administrador les cuenta que los cuatro tenían una sociedad juntos. Preguntan por Ledesma, pero lo único que puede contarles el Administrador es que últimamente acompañaba a Germán a casa de Dresdner para protegerlo, aunque se quedaba en la puerta.

Van a la residencia del alemán y son atacados. Es entonces cuando llega el hombre de la cara manchada y los protege.

Zúñiga, que sigue muy preocupado por su amigo, le pide a Mateo que aproveche la reapertura del puerto para huir al Nuevo Mundo la mañana siguiente. Pero Mateo se niega.

Valerio va a ver a Leandra, que le enseña su broche: no lo vendió porque se lo regaló él.

Teresa recibe la orden del Asistente del Cabildo de cerrar la fábrica. Teresa se niega y manda a sus empleados a trabajar. El Administrador le pide que se relaje, que está tratando con la autoridad. Ella no lo hace y la detienen.

Mateo y Valerio van a ver a Benjamín, que les dice que Azuaga, Germán, Lucina y Dresdner tenían una sociedad juntos para financiar a la Corona los viajes al Nuevo Mundo. Mateo le pregunta por Ledesma y Benjamín les dice que todos han escuchado hablar de él, pero nadie sabe quién es. Mateo les acusa: según Carmen, Azuaga y sus socios eran protestantes y se reunían con Ledesma.

Después, ambos regresan al palacio de Dresdner donde encuentran bajo una fuente un pasadizo. Allí hay un caballo ciego que les lleva hasta un osario. Encuentran la trampilla por la que desapareció Pedro y descubren que él es Ledesma. Antes de que sea entregado a la Inquisición, Pedro huye con el caballo y se suicida.

Leandra muere y Valerio la toma con Monardes. Le pide a Mateo que cumpla su palabra y que lo lleve al Nuevo Mundo.

Zúñiga observa como vuelve la actividad al puerto de Sevilla.

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