El contacto con el Nuevo Mundo supone una importante apertura para la industria sevillana, especialmente para aquellos oficios que tomaban las materias primas de las Indias para el desarrollo de su producción. Este era el caso de los talleres de orfebrería. Cálices, relicarios, bustos y cruces procesionales son algunos de los objetos que se realizaban con oro, plata u otros metales procedentes de las nuevas conquistas del reino. Una de las obras más significativas del siglo XVI es la custodia grande de la Catedral de Sevilla, realizada en 1587 por Juan de Arfe, un orfebre especializado en platería que también firma las custodias asiento de las catedrales de Valladolid y Ávila.
En la segunda temporada de La peste, la Garduña utiliza un taller de orfebrería como refugio y lugar de reuniones, además de como almacén para la venta de productos en el mercado negro.